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Valores en la Familia. Reglas Básicas.

Los valores son formas de pensamiento que funcionan como reglas primarias de funcionamiento conductual.
Cualquier conducta que tiene su origen en un valor es «valiosa» porque construye o mantiene la forma de vida de la persona que la ejercita.

Los valores son el “sistema operativo moral” de una persona y son muy vulnerables frente a otros valores ajenos, pero sobre todo frente a «contravalores propios”.
Los contravalores, a modo de un virus, infectan el sistema operativo y “toman el control” del mismo, afectando a las decisiones y  a las conductas que de ellas se derivan.

Parece que todo esto resulta muy abstracto, pero no es así.
¿ Cuantas veces has decidido teniendo al miedo, a la vergüenza, a la envidia, a la ira … en la base?
La mayor parte de esas veces has actuado sin que el resultado fuese realmente aquello que hubieras deseado.

Todas las personas tenemos valores, pero no todas los tienen presentes a la hora de tomar decisiones y de comportarse. Para muchas personas los valores se sienten y perciben cuando se sufre daño o pérdida, lo que muchas veces afecta a la dignidad de la persona. Hasta entonces los mismos permanecen latentes de un modo inconsciente en cada uno.
Disponer de un tiempo para poder clarificarlos es algo muy importante y es casi imprescindible en terapia psicológica. Hacer de nuestros valores algo consciente optimiza notablemente nuestras decisiones, y por ende nos es de mucha utilidad a la hora de establecernos objetivos y de responder en situaciones urgentes.

Clarificar los valores sirve también para aprender a intuir los valores de los demás, lo que nos permite una mejor interacción con ellos y una mejor selección de los entornos y las personas que mejor contribuyen a su mantenimiento y desarrollo.

En la familia, tener una pareja de valores similares a los de uno ayuda a la estabilidad emocional y es la base para el establecimiento de una unidad de criterio y de mando, que es muy necesaria en la educación de los hijos.
Los hijos que se educan en unos valores estables tienen menos posibilidades de fracaso escolar y de sufrir daño emocional.
Cuando los valores se relajan, aparecen los contravalores, y si esos contravalores se hacen recurrentes y estables, se multiplican las oportunidades de daño emocional.

Por todo ello y para concluir recomendamos a los padres objetivar y clarificar aquellos valores que son fundamentales para la estabilidad familiar y el desarrollo y mantenimiento de las personas que conviven.
Con ellos clarificados será mucho más fácil administrar un sistema de aprendizaje para los hijos, que incluya buenas reglas y buenos modelos de conducta.
De no hacerlo así, los contravalores proliferaron y serán la mala semilla que haga que en el futuro nuestros hijos sean más vulnerables al corto plazo, a los caminos cortos y a las emociones descompensadas.