En la medida en que gozamos de una autoestima adecuada y nos sentimos seguros de nosotros mismos, podemos enfrentar las distintas las situaciones de nuestro día a día (conflictos, desencuentros, dificultades, pérdidas, etc.) desde una postura de seguridad y confianza, desplegando los recursos y habilidades que tenemos (o permitiéndonos desarrollarlos) de un modo mucho más resiliente que cuando sucede lo contrario. 

Cuando tenemos una autoestima baja y un autoconcepto negativo, el temor, las dudas y la inseguridad, toman partido a la hora de hacer frente a las situaciones generando un estado de inacción en la persona, que suele venir acompañado de otros problemas emocionales e incluso psicológicos. En casos de autoestima baja solemos encontrarnos con falta de confianza en las propias capacidades, dificultad para expresar los propios sentimientos, comparaciones con los demás, exigencia alta, sentimiento de culpa tras cometer un error, dificultad para aceptar las críticas, dificultad para decir que no…