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Peleas entre hermanos

Los hermanos son esas figuras tan especiales que caminan junto a nosotros buena parte de nuestra vida. A pesar de las peleas, rencillas, celos también nos ayudan a aprender, sentir, amar y relacionarnos socialmente. Se ha hablado a menudo del apego madre-hijo pero el vínculo que se establece entre hermanos puede ser tan o más importante dado que es la primera relación de igualdad que establecemos, nos entrenamos para relacionarnos en igualdad de condiciones.

Los padres son los encargados de educar y formar a sus hijos pero cuando hay un déficit en la relación paterno-filial, los hermanos pueden actuar como figuras de apoyo entre sí  propiciando mayor seguridad en la exploración del entorno y las relaciones que establecen con él.

Pero, ¿cómo gestionar las disputas entre ellos? Ahí van algunas pautas:

– Lo primero que los padres han de tener en cuenta es que las peleas son normales entre hermanos. Hay que recordar que en éllas aprenden a comunicarse, negociar, ceder incluso desarrollar la empatía. También a lidiar con la rabia y la frustración.

– Es fundamental que ellos sepan gestionar sus diferencias siempre y cuando no aparezca la agresión física o verbal. Si cada vez entramos en la disputa les estamos enviando el mensaje de que ellos por sí solos no pueden resolver el conflicto. Además, es muy posible que cada uno de ellos sientan que estamos siendo injustos si nos posicionamos al lado del otro.

– Evita encasillar a los niños en víctima/culpable. Es más enriquecedor centrarse en la solución. Por ello, es importante no tomar partido y dejar que ellos tomen las decisiones. Podemos ayudar a ver el punto de vista del otro y dar alternativas.

– Poner en práctica “Las 3 S”. “SALIR” consiste en hacerte presente en el lugar de la pelea, asegurándote que te han visto y márchate sin intervenir. Con esta estrategia enviamos el mensaje que no estamos dispuestos a tomar parte en el problema para asumir la responsabilidad de solucionarlo en lugar de ellos. Si la situación se agrava, tomaremos la actitud de “SOPORTAR”, es decir, estaremos presentes y escucharemos pero sin intervenir. Sorprendentemente la tensión suele disminuir. Si aún así, el conflicto no baja de intensidad pondremos en marcha la tercera “S”, “SACARLOS”. Sin mostrar rabia o enfado los llevaremos lejos de nosotros diciéndoles: “Si queréis seguir peleando hacedlo fuera”.

– No juzgues. Es difícil no caer en la tentación de posicionarte a favor del más débil o exigir mayor responsabilidad al mayor, etc. Esto puede llevarte a ser injusto lo que alimentará el rencor y la rivalidad entre ellos. Trata de tranquilizarlos hablando suavemente, diciéndoles que seguro que serán capaces de encontrar la solución, abrazándolos, etc.

– Prevenir las peleas. Hay muchas cosas que podemos hacer, la primera y fundamental es crear un ambiente de cooperación, por ejemplo, haciendo actividades donde toda la familia participe. Y por último, observad en qué situaciones surgen los problemas, verás que a menudo aparecen en las mismas situaciones. Prevenir es curar.

CENTRE DE PSICOLOGIA EL.LIPSY – Bel Molinero, Psicóloga Cínica Colegiada nº 2180