Saltar al contenido
Portada » Blog » ¡No puedo más! Cómo gestionar la Frustración

¡No puedo más! Cómo gestionar la Frustración

Hace apenas unos días, comenzaba un nuevo otoño, seguramente muy distinto al resto de otoños que todos nosotros hemos experimentado a lo largo de nuestra vida. La COVID-19 está marcando nuestra manera de afrontar el día a día, teniendo que hacer un gran esfuerzo en reaprender lo reaprendido, en afrontar las nuevas restricciones, en adaptarnos continuamente a las novedades que se están sucediendo en esta nueva realidad que estamos viviendo desde el mes de marzo de este 2020. Si hace un año nos hubiéramos preguntado qué esperábamos de este 2020, puedo afirmar que nadie hubiera imaginado estar viviendo una pandemia mundial como la que estamos experimentando. Si echáramos la vista atrás, todos tendríamos unas expectativas diferentes a las que en estos momentos tenemos. El contenido de este nuevo artículo tiene que ver con eso, con las expectativas que nos planteamos para seguir construyendo nuestra vida. Algunos quizá han conseguido cumplir dichas expectativas; otros, seguramente, no las han alcanzado ya que el coronavirus (u otras tantas razones) ha limitado la continuidad de muchas vidas. Cuando nuestra vida se ve condicionada negativamente y no se cumplen nuestras perspectivas, surge un fuerte sentimiento de frustración.

La frustración es lo que sentimos cuando las cosas no salen como deseamos. Es un sentimiento intenso, duro, eléctrico, irritante y, a la vez, presenta un matiz de desaliento que nos hace caer en un estado de desánimo paralizante.

Generalmente, la frustración viene determinada por la ocurrencia de alguna situación cuya expectativa no se ha cubierto, y por la experiencia interna con las que afrontamos dicha situación.

Gestionar la frustración no resulta una tarea fácil, pero no es imposible. Como cualquier otra emoción como la rabia, la tristeza o la ansiedad, la frustración la podemos situar en un continuo emocional, que nos permitirá tomarle la temperatura y, así, llevar a cabo estrategias de regulación para su consiguiente manejo. La clave para gestionar la frustración supone aumentar nuestra tolerancia hacia ella.  Podemos entender la tolerancia a la frustración como la capacidad para poder soportar aquello que nos resulta insoportable. Aumentar la tolerancia al malestar significa movernos en un intervalo de malestar emocional que podemos sobrellevar, a pesar del dolor. Tolerar la frustración es una conducta que vamos sintiendo a lo largo de nuestro proceso madurativo, y podemos moldearla adecuadamente para que resulte adaptativa. La actitud que tengamos ante aquellas situaciones que activen la frustración definirá nuestro estilo de afrontamiento ante las dificultades.

A continuación, mostramos algunos aspectos útiles para desarrollar una buena tolerancia a la frustración:

          Pedir ayuda cuando nos sintamos frustrados proporcionará el impulso necesario para conectar con el soporte que en ese momento necesitamos para sentirnos sostenidos.

          Desarrollar un buen ajuste de expectativas. Es importante poder plantear unas expectativas razonables y coherentes con la realidad actual de cada uno de nosotros. Tener unas expectativas cortas, alcanzables y realistas beneficiará el desarrollo de una buena tolerancia a la frustración en el caso de que no se cumplan.

          Aceptar la existencia y vivencia de la frustración: notar la emoción, vivir la emoción, expresar la emoción.

          Desarrollar estrategias de desactivación emocional (como la relajación, el ejercicio físico, el llanto, la comunicación, etc.). Cualquier herramienta orientada a la descarga emocional de la frustración ayudará a la persona a desahogarse y liberarse de la tensión sostenida.

          Generar la debida autocompasión. Entendernos, empatizar con nosotros mismos, no juzgarnos por sentirnos así.

          Contar con figuras de referencia en la gestión de la frustración. Tener cerca a personas que lleven a cabo acciones apropiadas y saludables en el manejo de la frustración. Personas tolerantes de la frustración.

          Llevar a cabo tareas distractoras. Darnos un respiro, contar con momentos de desconexión, de bienestar, a pesar del malestar.

 

“La frustración, aunque bastante dolorosa, es una parte muy positiva y esencial del éxito”

(A.    Bennett)