La respuesta es Sí. Ahora, ¿cómo? y ¿por qué?
Muchos pacientes, cuando les propongo practicar meditación y otras técnicas de Mindfulness, me dicen que “eso no es para ellos”, algunos incluso confiesan que eso de “estar en calma” o quedarse sentados no haciendo nada les parece una pérdida de tiempo. Y, visto así, puede parecerlo, pero lo que no saben es en qué consiste la práctica de la atención consciente.
La meditación y Mindfulness van mucho más allá de “no hacer nada” y su entrenamiento tiene consecuencias en nuestro organismo, avaladas por la ciencia, de las que cada vez se benefician más personas.
¿En qué consiste meditar y practicar mindfulness?
La meditación es una práctica ancestral con más de 2.600 años de antigüedad. Proviene del budismo y su práctica se ha extendido al mundo occidental de una forma más laica, llamada Mindfulness.
Mindfulness o “atención plena” es el conjunto de técnicas extraídas de la práctica meditativa, que consisten en entrenar la atención para estar conscientes de nosotros mismos y presentes en el aquí y el ahora. Es decir, cuando somos conscientes de lo que estamos sintiendo, pensando o haciendo, estamos practicando mindfulness.
Mindfulness es la práctica de la autoconciencia llevada a cualquier momento de la vida, independientemente de que esté activo o tranquilo, sentado o en movimiento. Es la práctica “informal” de la meditación.
La meditación es también una práctica de autoconciencia. Es un entrenamiento de la atención para ser consciente de los contenidos de la mente, momento a momento, pero de un modo “formal”, es decir, buscando un momento concreto del día en el que me paro a realizar el “ritual” de meditar.
Tanto la práctica de la meditación como de mindfulness conllevan un desarrollo de la capacidad de concentración. Una mayor concentración trae consigo un aumento de la serenidad, y este cultivo de la serenidad nos conduce a una mayor comprensión de la realidad (interna y externa).
Desde este estado de serenidad y comprensión, somos más capaces de generar estados internos de bienestar que mejoran nuestra salud emocional y nuestra calidad de vida.
La mente y el “piloto automático”
No estamos acostumbrados a vivir en el presente. Solemos ir en “piloto automático” con la mente divagando en pensamientos acerca del futuro (todo lo que tengo por hacer, las próximas vacaciones, las llamadas pendientes, la salida del fin de semana…) o pensamientos acerca del pasado (aquella conversación que tuve, el último viaje que hice, esa discusión con la que me quedé incómodo…). Sin embargo, nuestra experiencia real está sucediendo en el momento presente.
Estos pensamientos en los que andamos “enganchados” activan emociones. Cuando se trata de pensamientos positivos, las emociones que desencadenan son agradables; y por el contrario, cuando se trata de pensamientos negativos, las emociones que los acompañan son desagradables. Mi estado de ánimo y, por ende, mi salud emocional, estarán muy vinculados al tipo de pensamientos y rumiaciones en las que yo ande enganchado.
Pero, sean estos pensamientos positivos o negativos, ir con mi mente en “piloto automático” de forma habitual tiene más desventajas que ventajas. Cuando esto sucede, vivo desconectado de mi momento presente y, por tanto, estoy perdiendo la oportunidad de observar, apreciar y disfrutar lo que estoy viviendo en este instante.
Ventajas de “estar presente”

Cuando estamos conectados con el aquí y el ahora nuestra mente acompaña a nuestro cuerpo y es ahí cuando podemos experimentar de manera consciente las sensaciones, emociones y pensamientos que están sucediéndonos en el instante presente.
Si mi vivencia es agradable y estoy conectado a través de la atención plena, hasta la experiencia más sencilla se puede llegar a convertir en placentera.
Sin embargo, cuando aquello que estoy experimentando es desagradable y desencadena emociones y pensamientos que me generan incomodidad, estar conectado conmigo me permite tomar conciencia de estas emociones y pensamientos. Y este “darme cuenta” de mí es el primer paso para empezar a gestionarlos y no dejarme llevar por ellos.
¿Qué tengo que hacer para “estar presente”?
La autoconciencia requiere práctica, estar presente requiere entrenar la atención para que esté enfocada en aquello que estoy haciendo momento a momento. Para ello existen diversos ejercicios y técnicas que podemos ir incorporando en nuestro día a día.
Puedes comenzar con algunos de los siguientes ejercicios:
- Reserva 5 minutos de tu día para realizar respiraciones conscientes.
- Trata de identificar el sabor de cada uno de los ingredientes de tus comidas.
- Siente el agua de la ducha cayendo sobre tu piel… (¡prueba a jugar cambiando la temperatura!)
- Pregúntate: ¿cómo estoy hoy? Y escribe en tu diario durante unos minutos, sin preocuparte por la estructura ni la forma.
- Piensa en 3 situaciones que hayas vivido en el día y pregúntate: ¿cómo me he sentido?
Constancia y práctica
La presencia y la autoconciencia son capacidades innatas a cualquier ser humano. Se pueden entrenar buscando momentos en el día para meditar y poniendo en práctica diferentes ejercicios de mindfulness que capacitan a nuestra mente para estar focalizada y atenta en las actividades diarias.
Cuando incorporamos este entrenamiento en nuestra rutina, poco a poco, sin darnos cuenta, nos podemos sorprender reaccionando de manera diferente. Ante situaciones que antes aparecían irritación, incomodidad, malestar… van apareciendo respuestas de aceptación fruto de la paz interna que se ha ido cultivando mediante la práctica de la presencia.
Si quieres incorporar a tu día a día esta práctica, puedes hacerlo a través de los Programas de Mindfulness y Meditación guiada que imparto tanto de manera online como presencial.
Pide cita o informarte sin compromiso a través de este enlace.
Ataly García
Psicóloga especialista en Mindfulness y gestión emocional