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El afrontamiento de la toma de decisiones

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Tomar decisiones es costoso pero… ¿qué coste supone no tomarlas?

A lo largo de nuestra vida, son muchos los momentos en los que no sabemos qué hacer ante una situación determinada. Por ejemplo, decidir qué carrera estudiar, qué ruta tomar cuando nos vamos de viaje, dónde vivir, romper o no con la pareja, o, simplemente, qué ropa nos vamos a poner al día siguiente para ir a trabajar. Estas situaciones, cotidianas y normales, sin embargo, para muchos/as de nosotros/as desencadenan altos niveles de estrés y bloqueo emocional en el día a día, dificultándolo mucho. Este estado de indecisión puede llegar a vivirse como un auténtico problema. En este artículo, vamos a tratar de entender la dificultad que entraña el proceso de toma de decisiones, y poder ofrecer algunas claves para su adecuada ejecución.

Podemos entender la toma de decisiones como una conducta que implica elegir una alternativa entre otras diferentes. A la vez, supone renunciar a otras opciones posibles. Y es precisamente eso, lo que provoca un malestar intenso en las personas: no tener la garantía de que la decisión tomada, sea la adecuada.

Tomar decisiones conlleva no tener la certeza absoluta de que lo que vayamos a elegir, sea lo correcto, lo acertado o lo beneficioso. Por tanto, lo que resulta tremendamente complejo en la toma de decisiones es tolerar la incertidumbre que sentimos ante este reto. En las consultas de psicología, es frecuente encontrarse con pacientes que vienen con altos niveles de ansiedad y estrés, dicen sentirse “bloqueados”, no saben qué hacer cuando tienen que decidir sobre algo que afecta a su vida. Los niveles de angustia son tan elevados, que se mantienen en un estado de “congelación”, estado que incrementa más aún su angustia. Se sienten atrapados sin saber cómo salir. En este sentido, es interesante hacerles entender la toma de decisiones como un proceso, con un principio y un fin, en el que les ayudaremos a regular su angustia y vivir esa experiencia de la manera más fácil posible.

A continuación, se muestran unas claves concretas que pueden ayudar a las personas a vivir la toma de decisiones desde una mayor serenidad:

  • Respetar el ritmo de la persona ante esa toma de decisiones: la decisión se tomará, y será la mejor decisión elegida, con la conciencia y los recursos que en ese momento tenga la persona.
  • Gestionar las emociones derivadas de esa situación: ansiedad, estrés, agobio, … Disponer de buenos recursos y estrategias emocionales facilitará el proceso.
  • Estudiar las diferentes alternativas de elección, y empezar a elegir aquélla que en ese momento más se adecúe a lo que necesiten y puedan asumir, puedan tolerar.
  • Asumir la posibilidad de equivocarse: es un derecho que es importante tener integrado en su esquema de la vida. Aprender a vivir la equivocación como parte del proceso de aprendizaje.
  • Adoptar una actitud Mindfulness de cara a conectarnos con el presente y el aquí y el ahora. El beneficio psicológico es revelador.
  • Tomar distancia con las opiniones externas ante la toma de decisión final. Validemos el criterio propio.
  • Entender que la toma de decisiones no es un proceso unidireccional. Implica revisar, redefinir y retomar nuevas alternativas de elección cuando las elegidas han dejado de ser efectivas. Esa flexibilidad cognitiva favorecerá la apertura y curiosidad a las nuevas experiencias.

 Afrontemos la toma de decisiones como un proceso de aprendizaje, autoconocimiento, tolerancia y acierto en el desarrollo psicológico del ser humano.

“El riesgo de una decisión incorrecta es preferible al terror de la indecisión”. (Maimónides)