Saltar al contenido
Portada » Blog » ¿Cómo se desarrolla la autoestima?

¿Cómo se desarrolla la autoestima?

Sabemos que es importante desarrollar una autoestima sana gozar de satisfacción y bienestar personal.

La autoestima influye sobre la sensación de seguridad personal y, por tanto, también sobre la relación que iniciamos y mantenemos con el entorno. 

Se compone del concepto que tenemos de nosotros mismos, pero también por la valoración que hacemos de ese autoconcepto de manera que, si lo que yo considero que soy me gusta o no me gusta, lo acepto o quiero cambiarlo, así de satisfecho estaré conmigo mismo y así será también mi autoconfianza para relacionarme con los demás.

Para entender el grado de autoestima que tenemos, es necesario mirar cómo se ha desarrollado para así poder ampliar la comprensión que tenemos de nosotros mismos y saber si necesitamos reforzarla de alguna manera.

La autoestima se forma a partir de la percepción de las propias cualidades personales y se inicia en la primera infancia: ya desde muy pequeños comenzamos a construir una autoimagen y hacemos una valoración de ella. Esta percepción depende de distintos factores: 

El vínculo afectivo

Durante los primeros meses de vida comienza a conformarse el vínculo de apego que el bebé tiene con los cuidadores principales. Cuando el bebé nace no tiene la capacidad de raciocinio que tiene el adulto, sin embargo, sí aprende de lo que ve, escucha y siente; es decir, no entiende, pero sí siente, y capta y recibe información del entorno a través de los sentidos.

Además, el bebé es egocéntrico y tiende a “pensar” que todo tiene que ver con él, de manera que si, cuando hay una necesidad esta es atendida de forma amorosa, atenta, cuidadosa… (le cambian el pañal, le dan de comer, juegan con él…) el bebé se sentirá seguro, confiado y querido. De alguna manera sabe que él es importante y que siempre hay una persona disponible para cuidarlo. 

Mensajes recibidos

Durante los primeros meses de vida comienza a conformarse el vínculo de apego que el bebé tiene con los cuidadores principales. Cuando el bebé nace no tiene la capacidad de raciocinio que tiene el adulto, sin embargo, sí aprende de lo que ve, escucha y siente; es decir, no entiende, pero sí siente, y capta y recibe información del entorno a través de los sentidos.

Además, el bebé es egocéntrico y tiende a “pensar” que todo tiene que ver con él, de manera que si, cuando hay una necesidad esta es atendida de forma amorosa, atenta, cuidadosa… (le cambian el pañal, le dan de comer, juegan con él…) el bebé se sentirá seguro, confiado y querido. De alguna manera sabe que él es importante y que siempre hay una persona disponible para cuidarlo. 

Autoaprendizaje

También son muy importantes las oportunidades que el niño tiene de explorar, de autodescubrirse y de descubrir el mundo.

Tocar, sentir, probar, equivocarse, volver a empezar… Son espacios donde el pequeño va aprendiendo acerca del mundo y acerca de sus capacidades. En la medida en la que tiene opción a hacerlo va descubiendo(se). El niño se va dando cuenta de qué sabe y qué no sabe, aprende a hacer aquello que no sabe y, quizás lo más importante, se va dando cuenta de es capaz de lograr hacerlo por sí mismo.

Cuando los adultos tratan de evitarle al niño que se equivoque o pueda tener una experiencia desagradable, corren el riesgo de caer en la sobreprotección. Sin darse cuenta están limitando al pequeño a través de sus miedos y, al mismo tiempo, le están mandando un mensaje subliminal de “peligro”, “el mundo es peligroso” o “no eres capaz de hacerlo solo”.

Es importante señalar que la autoestima no depende solamente del amor que los padres profesan al niño cuando es pequeño, sino que también depende de cómo el niño interioriza esos mensajes y es capaz de sentir ese amor. Es decir, existe una base caracterial con la que venimos al mundo y que nos condiciona a la hora de interiorizar esos mensajes y de percibir los estímulos y las señales de nuestro entorno. Por eso dos hermanos que se han educado y tratado por igual, pueden llegar a ser tan diferentes.

Ataly García

Psicóloga. Especialista en Terapia Gestalt y Mindfulness